17 junio, 2017

Decepción vs Confianza

Aquel que no haya conocido la decepción en su vida, puede considerarse afortunado, o quizá no. Hay varias emociones por las que resulta necesario pasar por ellas porque pueden ayudarnos en nuestro crecimiento interior. La decepción es una de ellas y siempre la vivimos de forma dolorosa y sintiendo que algo  construido se derrumba. Cuando aparece en nuestra vida lo único que nos queda es aprender la lección que nos viene dada con esta experiencia.

La confianza va muy unida a la decepción. Es la parte contrapuesta. Y confiar, es algo que a determinadas personas, cuesta bastante.  Por eso es necesario incrementarla poco a poco, porque uno no confía en alguien a primera vista, ni siquiera al cruzar la primera palabra. La sociedad, tal y como está impuesta, junto a las experiencias pasadas que hayamos vivido hacen que vayamos con precaución ante una presencia desconocida. Tampoco es aconsejable ir en guardia de forma constante, tener siempre esta actitud quemaría demasiadas energías en nuestra mente.

Para confiar en alguien es necesario que también pongamos de nuestra parte para que la otra persona pueda sentirse con el ánimo de confiar en nosotros. Y esta comienza por compartir pensamientos, o quizá vivencias que demuestren como somos en realidad. Cuando uno decide confiar, o demostrar ese rasgo hacia otra persona no son válidas la mentira, ni la manipulación porque estaremos reflejando una imagen que no es real, una que hemos confeccionado para ese momento, o esa persona en particular. A primera vista puede funcionar. Partimos de cero y la otra persona sólo ve lo que mostramos, sin poner en duda que seamos, o no así. Pero más adelante, siempre aparecen ligado a sus actos pequeños detalles que hacen dudar sobre las palabras de la persona que tenemos delante nuestro. Contradicciones inocentes que denotan de forma natural que la duda aparezca y nos haga pensar que sea cierto, o no lo vivido y compartido hasta ese momento.

Existen personas que aprenden la propia mentira que desean dar a conocer, o decidan ocultar lo vivido hasta ese momento por miedo a mostrar demasiado y dar apariencia de vulnerabilidad. Eso es algo que debe ser respetado y cada uno debemos valorar si queremos continuar teniendo a esa persona en nuestro círculo, o decidir separarnos de ella para que continúe su camino. No es necesario forzar nada. Cada uno es libre de actuar del modo que quiera si se siente identificado con ese comportamiento. No somos nadie para juzgar, sólo debemos actuar para que ese comportamiento no nos termine infectando de ira, ansiedad, dolor y tristeza. A veces, cuando nos damos cuenta de ello es tarde para volver a retomar nuestros pensamientos, costumbres y vida porque nos resultará más difícil. Por eso es necesario atajar el problema en cuanto aparezca de manera, más o menos, continuada y firme. Pero esto tampoco es fácil.

Dependiendo del grado de compromiso que tengamos con la persona que nos está decepcionando, hay algunas soluciones para este conflicto interno.

Puedes comentar con personas ajenas a la situación, para que te indiquen su punto de vista de manera objetiva. Aunque también corres el riesgo de escuchar como debes actuar para hacer frente a una situación así. Cuando escuchas lo que debes hacer, y no lo que deberías o podrías, debes darte cuenta que la única persona que debe hacer frente a este conflicto eres tú, y nadie más.  El círculo ajeno querrá ayudarte, pero siempre se basará en sus propias experiencias, no en lo que tú has vivido o sentido.

Otra solución factible es continuar con esa persona en tu círculo, aun sabiendo que no todo lo que dice, o hace sea cierto. Es un riesgo que asumes, y que no te aportará nada de cara a un futuro. Con el tiempo cabe la posibilidad de que quieras darte cuenta que tu avance se detendrá cuando estés con esa persona. Que las dudas y la incertidumbre serán tus compañeras de viaje, y que quizá te haga perder otros valores acuñados en tu personalidad como puede ser la autoestima, o la dignidad. De nada sirve esperar que la otra persona cambie porque tampoco se trata de hacer cambiar a nadie. Se acepta, o no. La persona tomó su decisión libremente para comportarse de ese modo con las personas que él eligió. Si decides continuar en este sendero, te agarraras a esperanzas fantasmas que nunca aparecerán, ni siquiera a medianoche. Si te aprecias un mínimo, esta no debería ser la mejor opción.

La decisión más valiente es apartar a esta persona de tu vida. Olvidar las palabras escuchadas, y las contradicciones de sus actos impresos en tu memoria. Hay que sesgar de manera rápida y tajante. Sin dar más oportunidades porque se corre el riesgo de sucumbir de nuevo ante sus mentiras, ante el más mínimo descuido. Hay que tirar de la fuerza interna que alimenta tu espíritu diario para continuar adelante con tu vida. Si se consigue reunir fortaleza, decisión y amor a uno mismo puede ser útil para retomar tu vida, y ser el único dueño de la misma.

Tú decides. 


05 junio, 2017

Límites

Siempre es bueno marcar unos límites basándose en aquello que estás dispuesto a tolerar, o que no toleras bajo ninguna circunstancia.

Los límites físicos marcan las líneas divisorias que los demás no deben traspasar, de esta manera podemos evitar sentirnos atacados en nuestra propia integridad. Tener claro que es lo que permitimos, y lo que no, nos ayuda a ser consecuentes con nuestros actos. Pero ese sencillo, o no tan sencillo ejercicio, no siempre sabemos llevarlo a la práctica. Aquellas personas que cumplen con sus límites establecidos, también tienen momentos de flaqueza en determinados momentos de su vida. Ese punto de debilidad vendrá marcado por la circunstancia que obliga a moderar, o tolerar, una regla que pusimos nosotros mismos. Por esta causa cuando toleramos una pequeña puerta abierta para que otra persona la traspase, debemos estar muy seguros de la decisión tomada para que luego no surjan los arrepentimientos que podrían dañarnos tanto física como emocionalmente. Una regla imprescindible es que debemos ser fieles a los límites que consideremos inalterables. Aquellos que, bajo ninguna circunstancia, debemos permitir. Pero también debemos comunicar con claridad a la persona que quiera traspasar esa frontera, que no nos gusta una determinada actitud ante algo que no es de nuestro agrado.

Los límites emocionales son tan importantes como los físicos, pero quizá sean más difíciles de aplicar. Lo que debemos tener claro es que si sentimos que no estamos bien por cómo se han dirigido a nosotros, o como nos han tratado en un momento determinado, debemos decir aquello que nos molesta para impedir que la otra persona continúe haciéndolo. Comunicar siempre debe ser una parte importante para que los demás puedan saber a lo que atenerse si quieren relacionarse con nosotros. Se pueden tener los límites claros desde el primer momento, pero también pueden ir surgiendo a medida que vamos conociendo a las personas.

De igual modo, podemos equivocarnos al marcar unos límites antes de conocer como es la persona que tenemos delante. Es como si nos pusiéramos una coraza para defendernos de algo que aún no ha llegado. La razón que nos puede llevar a actuar así, puede ser debida a experiencias dolorosas del pasado que queremos evitar a toda costa. Pero estamos errando al presuponer que la persona que tenemos delante va a tener el mismo comportamiento. De nada sirve avanzar en ese sentido, porque estaremos obviando lo más esencial. Conozcamos, y después actuemos en consecuencia.


Los límites existen para una razón determinada. Apliquemos el mismo baremo para aquellos que consideremos importantes para nosotros, seamos tolerantes para aquellos que pueden verse modificados en el transcurso de la vida y, sobre todo, no marquemos sin conocer a lo que nos enfrentamos.

29 mayo, 2017

Control imaginario

Todos creemos saber aquello que puede atentar nuestra salud física, y aun así, muchas veces continuamos andando por la cuerda floja amando la sensación de vértigo que puede proporcionarnos aquello que provoque una sensación placentera. Buscar el placer es sano, pero cuando la cuerda floja corre el riesgo de romperse, es cuando nos damos cuenta y somos conscientes del peligro que acecha. En este punto, es conveniente parar y reflexionar porque siempre tendremos la opción de continuar balanceándonos o bajar para poner los pies en el suelo. Y esa elección, sólo dependerá de nosotros mismos.

Pero cuando lo que nos hace daño se instala en nuestra mente, no es fácil identificarlo. Pasa a convertirse en algo que forma parte de nuestra rutina, de nuestras creencias y termina convirtiéndose en nuestra verdad. Aferrarnos a algo sabiendo que no puede reportarnos nada bueno, es algo que puede ir en detrimento de nuestra salud psicológica.

Acogemos las ideas y pensamientos como nuestros, y el auto-convencimiento está servido. Son muchos los ejemplos aplicados en muchas y diversas áreas de nuestra vida. Lo que inicialmente pudiese comenzar por ser algo que nos hace sentir bien, puede llegar a convertirse en algo más peligroso como una obsesión o una adicción. Conocemos el sentido de ambas palabras, pero aparecen asociadas a otros aspectos dañinos lejos de nuestras vidas. Cuando queremos darnos cuenta del perjuicio que puede derivarnos un pensamiento que convive con nosotros las veinticuatro horas del día, es tarde para reaccionar.

Cuando es una obsesión el pensamiento invade aquello que vemos, leemos y nos llega de manera desesperada en todo cuanto nos rodea. Ese pensamiento se expande para seguir en la creencia de que vamos por el camino correcto, actuando de idéntica forma y con ausencia de riesgo. Cuando se convierte en adicción, ya es algo que necesitamos a toda costa, pese a quien pese. No escuchamos nada que no tenga que ver con lo que pensamos, ni vemos nada que no tenga que ver con nuestra realidad

Vivimos para y por ese pensamiento y buscamos similitudes en todas las vivencias que llegan a nosotros. No nos paramos a pensar en las consecuencias, porque el ensimismamiento ya circula por nuestras venas. Forma parte de nosotros. De nada sirve que queramos dar a entender a las personas que nos rodean que todo está bajo control. Nos aferramos a la mentira para no admitir que hay un problema. Los actos desdicen la negación de nuestras palabras y no somos conscientes de esa realidad.  


Y cuando esto no se asume, cuando llegamos a este punto, nuestra mente se encuentra sumida en unos estadios característicos de una enfermedad. Aquella que ha conseguido anular nuestra voluntad, convirtiéndonos en simples marionetas vulnerables y fáciles de manejar, siempre que obtengamos aquello que nos reporta placer imaginario y siendo, en realidad, un derrumbe de nuestra mente y un desgaste progresivo de nuestro cuerpo.

25 mayo, 2017

Todo pasa y todo llega

Sí, va por ti. Por imaginar que, algún día, la tormenta pasará. Por intentar vivir cada día arrastrando el sufrimiento, y ocultando el dolor para no aparentar debilidad. Por sentir vergüenza y odio cuando lloras. Por intentar buscar las respuestas a los porqués de tus pensamientos. Por sentirte vulnerable, herido y engañado.
Sólo piensa que el tiempo utilizado en reparar tus heridas, esta bien hecho. Sólo piensa que llegará el día que te hará sentirte liberado, sin malas hierbas que atenacen tu corazón, y con la esperanza de una vida mejor en tu alma.
No es fácil, pero si superable. Confía en aquellos que te quieren, que te admiran, que te siguen sin dilación y que te entienden, comprenden y respetan.
Aprende a combatir los pasos retrocedidos. Asume las enseñanzas de la vida y plántate con fuerza ante la adversidad.
Destierra de tu mente aquello que te daña, poco a poco, sin presiones ni prisas. El arco iris espera salir cuando tú se lo indiques. Cuando quieras deslumbrarte con sus colores hasta cegarte. Cuando la opresión de tu pecho salga liberada sin arrastrar cadenas imaginarias. Todo llegará, mientras tanto, vive absorbiendo pequeñas bocanadas de sonrisas. Aquellas que te lleguen hasta lo más hondo de tu ser. Disfruta de todo aquello que te resulte placentero. Déjate arrastrar por las sensaciones que te hacen sentirte vivo y respira tranquilo pensando que el final del túnel, cada vez está más cerca.

16 mayo, 2017

Libertad

Qué piensas cuando escuchas esa palabra? El significado de esta palabra, puede ser tan diverso y variado como personas hay en la tierra. Todos tenemos un baremo que nos indica donde vemos o sentimos la libertad, y no tiene que ser igual que la sensación que pueda tener la persona que tengas al lado.

La palabra libertad engloba un todo, y es aplicable en muchos  sentidos, actitudes y actos que forman parte de nuestra vida. Es un derecho único que todos tenemos y que forma parte de la personalidad de cada uno.  

Somos seres humanos libres, pero muchos se empeñan en transgredir ese derecho. Si los actos atacan de forma agresiva las libertades de las personas, las leyes creadas para ese fin se ponen en marcha y cuando estas no se cumplen lo primero que se arrebata es la libertad propia. Aún así, en cautividad sigues gozando de ella pero en un sentido más coaccionado, por tanto, su significado pierde valor. Es el precio a pagar.

El ejemplo expuesto es quizá el de peor consecuencia de cara al resto del mundo, pero existen también muchas maneras de coaccionar de forma velada ese derecho. Nadie tiene la potestad de limitar tu libertad. No hay que otorgar complacencia a quien invade tu espacio para intentar adueñarse de tus pensamientos, ideas o comportamientos. No se debe permitir, cuando alguien te dice que hagas esto o lo otro, intentando pensar o actuar por ti. Se pueden aceptar las opiniones y consejos pero en última instancia tú, y solo tú, eres quien debe tomar decisiones y actuar en consecuencia.

Cómo tampoco debe permitirse cualquier atisbo de manipulación con respecto a tu vida. Ante estos ataques indirectos hay que reaccionar, y reivindicar la propia libertad. Debemos aceptar y respetar opiniones distintas, así como los métodos utilizados para resolver o conducir situaciones que se presenten, pero siempre teniendo en cuenta no extralimitarse en la confianza que la otra persona otorgó.

Jean Paul Sartre dijo: "Mi libertad termina donde comienza la de los demás". Cuando leí esta frase por primera vez, no entendí su significado. Pero con el paso de los años comprendí que la libertad va de la mano junto al respeto. Todos podemos actuar en libertad, pero sin perder el respeto por todo aquello que nos rodea e interacciona con nosotros. Así sí podemos actuar, pensar y comunicarnos libremente.

Todos somos libres y, por tanto, podemos actuar en consecuencia, pero eso no da derecho a invadir la libertad del prójimo.

01 mayo, 2017

Prejuicios

Los seres humanos estamos llenos de prejuicios. Viven en nuestra mente y se alimentan de nuestros pensamientos. De manera inconsciente nos asaltan, juzgan y critican aquellas ideas que no coinciden con las propias.

Cualquier suceso que observamos, palabras que escuchamos y actos que vivimos llevan su sello. Todo aquello que pudiera alterar nuestra zona de confort, hace que afloren miedos ocultos que se enmascaran con prejuicios.

Huimos de forma consciente de aquello que pueda dañar nuestros hábitos. Procuramos vivir ajenos, en nuestra mente erróneamente ordenada, de lo que no aprobamos. No todo es válido, ni correcto.

Tenemos la supremacía de la verdad? Nuestros juicios son los correctos? Nuestras críticas corresponden a la realidad? No siempre.

No somos perfectos, afortunadamente. Debemos practicar de manera más asidua la tolerancia. No debemos permitir que nuestro ego se proclame vencedor de batallas dialécticas, cuando la realidad abarca tantas posibilidades.

Practiquemos una apertura de mente ante las situaciones diarias, y eduquemos nuestras palabras para poder dar cabida a ideas y pensamientos diferentes. No pensemos en lo perjudicial, cuando algo es distinto.

No es un ejercicio fácil pero si algo que debemos intentar practicar a diario.

30 abril, 2017

Cambios necesarios

A medida que pasan los años, algunos hábitos y costumbres en nuestro modo de relacionarnos,  se afianzan con fuerza en nosotros. Actos que realizamos de forma automática, denotan que siempre hemos actuado igual a lo largo de nuestra vida. Son rutinas en las que nunca hemos pensado en introducir cambios, porque nos facilitan una solución que se adapta a nuestro modo de vida. 

Pero lo que para algunas personas es rutina, para otras son intentos de conseguir llegar a una estabilidad que les reporte confianza y seguridad. Cuando se carece de ello, su búsqueda no cesa ante la posibilidad de conseguirlo. Cuando vamos en el camino de conseguir aquello por lo que hemos luchado, pensamos que quizá esa vez, el resultado sera otro. A veces se consigue, otras no y seguimos atrapados en un bucle sin saber muy bien hacia donde ir. 

Pensamos en la posibilidad de modificar comportamientos, pero si nos cuesta asimilar los cambios que podamos introducir, aparecen los miedos. Surge el temor de salirnos de la ruta marcada, hacia una dirección que no conocemos. Ese miedo interno nos bloquea, y no permite que salgamos del bucle que hemos establecido nosotros mismos. La mayoría de las veces, tenemos la solución a nuestro alcance, pero no reparamos en ello. Nuestra mente permanece obsesionada por recurrir a los viejos hábitos, aunque sepamos que ya lo intentamos y que no funcionaron pero nos reporta una extraña seguridad. 

Cada ser humano es distinto de otro. Buscamos con afán encontrar alguien que tenga similitudes con uno mismo. Y no pensamos que, quizá, sea bueno que podamos tener afinidad con personas que sean diferentes. Cerramos opciones y vetamos posibilidades. Pero si queremos escapar del bucle que nos mantiene, debemos intentar escoger otra senda aunque no sepamos donde nos llevará.

La intuición puede ayudarnos a discernir en momentos de duda. Esos pensamientos que acuden de golpe a nuestra mente, hay que saber reconocerlos para que no queden ahogados entre la multitud. Es hora de romper la coraza sin miedo a fracasar. De mantener unos baremos que afiancen nuestro modo de comportarnos hacia los demás. No sirve de nada recluirse y aislarse en los propios pensamientos. Como tampoco es válido hacer nuestros los pensamientos de los demás, porque no seremos realistas en la totalidad de las veces. 

Si queremos modificaciones, salgamos y pongamos en práctica. No es bueno permanecer estáticos dejando que la vida pase por delante sin interaccionar con ella. Si continuamos actuando igual ante determinadas situaciones, pese a no haber tenido resultados satisfactorios, seguiremos atrapados. La vida avanza, y el tiempo pasa para no volver. 

Hagamos por introducir distintas variantes, probemos de diferentes formas y si ninguna satisface quizás es una señal para que aprendamos a disfrutar con lo que tenemos. De desterrar la posibilidad de conseguir aquello que pueda reportar infelicidad...